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De acuerdo con numerosas encuestas realizadas en todo el mundo, la importancia de los factores ASG (Ambiental, Social y Gobernanza) para los inversores profesionales y los particulares sigue creciendo cada año. Este sentimiento tiene la buena intención de corregir las desigualdades e ineficiencias inherentes a nuestra sociedad actual. Los titulares frecuentes sobre el cambio climático, las malas prácticas laborales y la brecha salarial entre los géneros sirven para reforzar estos puntos de vista en la mente de los consumidores y fortalecer su determinación a actuar. Esta creciente oleada de opinión publica ha estado empujando progresivamente a una industria de servicios financieros, algo reacia, hacia la senda ASG cada año durante, al menos, la última década. Lo que comenzó como una actividad marginal ahora se ha convertido en algo muy común. En el Reino Unido, en particular, los asesores patrimoniales y los administradores de inversiones ya ven un compromiso claro de ASG como un punto de entrada mínimo para atraer nuevos activos. Sin embargo, a pesar de la demanda y los enormes recursos que ahora se centran en abordarla, no hay un libro de reglas claras a seguir.

Las empresas gastan grandes cantidades de dinero en marketing para demostrar sus compromisos individuales con los ASG y, sin embargo, sigue siendo muy difícil comparar con precisión un fondo con otro sin recurrir a simples listas de exclusión (sin defensa o tabaco, etc.) o incluso comparación de rentabilidades. Otras comparaciones rara vez son realmente de igual a igual. Los cínicos argumentarían que esto es simplemente la industria usando la ofuscación para su beneficio mientras hace muy pocos cambios reales en la forma en que se realiza la inversión, y hace unos años nosotros hubiéramos estado de acuerdo con esta opinión. Sin embargo, este punto de vista parece ahora obsoleto, ya que hay indicios genuinos de cambio en muchas empresas, sobre todo por la creciente importancia interna de los roles de sostenibilidad. La alta dirección ha recibido el mensaje y está impulsando un cambio real. La intención está claramente ahí, pero la realidad sigue siendo igualmente confusa.

Habiendo participado varias veces en la incorporación de los estándares ASG en los procesos de inversión fundamentales, somos muy consciente del vasto panorama de opciones que deben considerarse. Gran parte del problema proviene del nombre. ASG es un término amplio que abarca muchos elementos, desde la composición del Consejo y la remuneración por género, hasta la biodiversidad y las emisiones de carbono. Esto se complementa con una asombrosa variedad de organizaciones que ofrecen diferentes estándares, objetivos y parámetros para comunicar y analizar el comportamiento por todo el espectro. Como resultado, es fácil verse abrumado por la complejidad y terminar obteniendo muy pocos beneficios tangibles. Creo que esto contribuye de manera significativa a las acusaciones de “hacerse el verde” en la industria de servicios financieros. En un esfuerzo por evitar esta etiqueta, los inversores se han movido cada vez más hacia un enfoque de marcar casillas para al menos mostrar algo tangible a los clientes actuales y potenciales. Después de todo, para lograr un cambio real debemos tener objetivos reales. La intención aquí puede ser la correcta, pero también es origen de preocupación. Este enfoque puede llevar a un estudio demasiado estrecho de la empresa a cubrir y puede llevar a que los analistas simplemente no pongan el debido interés. Las empresas menos escrupulosas pueden proporcionar respuestas superficiales para marcar la casilla y seguir adelante. Este comportamiento no ayuda a nadie.

En última instancia, un enfoque ASG positivo debe comenzar con la cultura corporativa y la verdadera intención. Como inversores, no solo tenemos un deber fiduciario con los clientes, sino también una responsabilidad social y medioambiental más amplia. Para cumplir con estos roles debemos comprender las verdaderas actitudes y objetivos de las empresas que cubrimos, y ellas deben comprender los nuestros. ASG es un diálogo en el que los equipos de dirección deben comprender que las actitudes y comportamientos arraigados ya no son aceptables. Para lograr los objetivos ambientales y sociales que son cada vez más urgentes, debe haber cambio. Cada empresa se enfrenta a un conjunto diferente de desafíos y puede contribuir a su manera. Los grandes usuarios de energía o materias primas tendrán claramente un enfoque diferente al de las empresas de servicios con pocos activos, y el papel del analista es garantizar que se establezcan y logren los objetivos correctos. Herramientas como SDG Compass (Sustainable Development Goals, desarrollados por el GRI, United Nations Global Compact y World Business Council for Sustainable Development (WBCSD)) y los mapas de materialidad SASB (Sustainable Accounting Standards Board) pueden ayudar con este proceso. La clave es comprometerse para que los ejecutivos sepan que serán hechos responsables y los inversores sienten la misma presión por parte de los clientes y del público. A largo plazo, esto debería ser beneficioso para los beneficios y para todos los involucrados, ya que un cambio positivo pagará dividendos en términos de mejora de la eficiencia energética, cadenas de suministro más transparentes, mejor retención de clientes y menor rotación de personal. Estas mejoras tangibles se pueden relacionar con los accionistas y sus clientes.

ASG se está convirtiendo rápidamente en una parte estándar del mundo de las inversiones y ya no es el diferenciador que alguna vez fue. Ahora la industria necesita hablar menos y lograr más, y las acciones hablarán más fuerte que las palabras. La responsabilidad corporativa es responsabilidad de todas las partes interesadas y comienza con la simple pregunta «¿qué estás haciendo hoy para que el mañana sea un lugar mejor?»